jueves, 21 de abril de 2016

La lírica desde 1970 hasta nuestros días

La lírica desde 1970 hasta nuestros días

Un estudio de la poesía española de esta etapa no pasaría de ser un largo catálogo de nombres de autores, pues después del fenómeno de los Novísimos es muy difícil, si no imposible, diferenciar cualquier otra poética dominante.  Es cierto que a principio de la década de los setenta, continúa la estética de los Novísimos, pero en torno a 1975 este estilo entra en decadencia y van surgiendo tendencias distintas. Lo dominante es hoy, precisamente, la dispersión y la aparente falta de notas comunes.

Los años setenta 

1970 es una fecha clave para la lírica porque se publica una  antología titulada Nueve novísimos poetas españoles (1970), de José Mª Castellet donde aparecen muchos de los poetas denominados “Novísimos”.  Características de estos autores son:

a)     Abundancia de  referencias culturales (pintura, música, arquitectura, modernismo de Rubén Darío), debido a la variada formación literaria de estos escritores.
b)    Gusto por lo decadente y exquisito y su afición a ciudades italianas, como Venecia, han hecho que también se les conozca como los venecianos.
c)     Y junto a esta orientación culta de sus poemas, son también frecuentes  los motivos propios de la nueva sociedad de consumo, a la que critican: términos anglosajones, referencias a héroes de cine, del deporte, de la canción, de los tebeos… 
d)    Su marcado esteticismo explica su interés por el lenguaje que los lleva a la experimentación vanguardista (uso de imágenes extrañas y visionarias de carácter surrealista, escritura automática…),  o al barroquismo expresivo e incluso a la reflexión metapoética.

Entre los representantes de los “Novísimos”  (no todos están en la Antología de Castellet) se encuentran Pere Gimferrer, Guillermo Carnero, Antonio Colinas, Luis Alberto de Cuenca, Manuel Vázquez Montalbán y  Leopoldo Mª Panero.

Durante los setenta, el culturalismo de los venecianos se fue atenuando:

a)               Desapareció la mera decoración y algunos autores volvieron los ojos hacia la tradición poética clásica movidos por un anhelo de belleza y  una exquisita elaboración formal. Sus poemas presentan  abundantes referencias míticas que sirven como vehículo para expresar sentimientos íntimos. Tal evolución se advierte en Luis Antonio de Villena, Antonio Colinas y Antonio Carvajal, que cultivan el desengaño barroco.
b)               Perduran, además, algunas líneas poéticas anteriores: la metapoesía, que reflexionaba sobre el lenguaje poético mismo (Guillermo Carnero y Jenaro Talens); la poesía experimental, que combina la expresión verbal con efectos visuales de carecer tipográfico o pictórico (José Miguel Ullán); y el minimalismo, que busca la pureza poética y la concentración expresiva (Jaime de Siles).




 Los últimos años

Durante los años ochenta brota una nueva sensibilidad lírica que vuelve a la métrica tradicional y a la  expresión de  experiencias personales que pueden ser comunes a la de los lectores. Se caracteriza por desarrollar narrativamente, en lenguaje coloquial, una historia o anécdota.  En esta poesía de la experiencia conviven autores muy distintos como Luis Alberto de Cuenca, Miguel d´Ors, Julio Llamazares, Felipe Reyes y otros.

Por otra parte, y encabezada por un José Ángel Valente que alcanza en esta época su madurez artística, se abre paso la poesía del silencio, que rehúye toda anécdota y se aproxima a la poesía mística. Se caracteriza por la complejidad de su lenguaje y por su trasfondo pesimista, con influencia del existencialismo más desesperanzado. En esta tendencia se incluirían Amparo Amorós, Andrés Sánchez Robayna o Antonio Gamoneda.

Otras tendencias son el Neosurrealismo, que recupera el verso largo, la sentimentalidad neorromántica, las metáforas innovadoras y el mundo de la alucinación y el sueño (Blanca Andreu) o el Neoerotismo, línea seguida básicamente por escritoras que transforman los tópicos masculinos de la poesía amorosa, invirtiendo su punto de vista y destruyendo la imagen de la mujer elaborada por la poesía (Ana Rossetti). 

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